Santiago, noviembre de 2024.- Con la culminación de la exposición itinerante “No se puede conservar lo que no se conoce”, el proyecto CP23-025 Publicación impresa y difusión del libro Guía de Campo – Paisajes y flora de Talamí cierra un ciclo de divulgación científica y artística que conectó ciencia, arte y comunidad en distintas etapas. Esta iniciativa, fue apoyada por el Programa Ciencia Pública del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, fue liderada por la investigadora de INIA La Platina, Dra. Erika Salazar, y la fotógrafa Cristina Muñoz, en colaboración con cinco municipios y la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile.
El proyecto se propuso “sacar a Talamí de Talamí” y mostrar la riqueza natural y cultural a otros habitantes de la Región Metropolitana y de Valparaíso. Entre sus hitos más destacados está el lanzamiento de la versión impresa de la “Guía de Campo: Paisajes y Flora de Talamí” realizado el 24 de abril de 2024, así como la inauguración de la exposición fotográfica “No se puede conservar lo que no se conoce”, ambas actividades realizadas en el Salón Parroquial Presbítero Gerardo Alkemade en Alhué.
La exposición fotográfica permitió llevar los paisajes y la flora de Talamí a Renca, Cerrillos, Pedro Aguirre Cerda, La Pintana y a Concón, la que estuvo abierta a público 141 días en total. “ Hermosa exposición, se agradece que nos recuerden el paraíso donde vivimos – Abigail Marín”, “Hoy tuve la dicha de conocer bellos cuadros y conocer la diversidad de paisajes y la flora de Talamí. Siempre es un gusto nutrirse de conocimiento y deleitar la vista con tan hermosas imágenes – América Pérez” fueron algunos de los más de setenta comentarios que hicieron los visitantes.
“Este proyecto no terminó con la guía impresa, sino que avanzó hacia algo más grande: conectar a las personas con su entorno natural, llevándoles un mensaje de conservación y orgullo por su patrimonio. Cumplir con las expectativas de la comunidad, especialmente del Club del Adulto Mayor San José, y expandir esta experiencia a otras comunas fue nuestra forma de devolver el conocimiento y la belleza que ellos nos confiaron”, destacó la Dra. Erika Salazar.
Además, trabajar con comunidades vulnerables dejó importantes aprendizajes. “Entender las necesidades de las personas, sus tiempos y su contexto fue clave. Con comunidades frágiles, como los adultos mayores, aprendí que las promesas y los resultados deben materializarse pronto. La inmediatez en la respuesta se vuelve esencial para generar impacto real y sostenido.”
Una flora que inspira orgullo y oportunidades
La guía y el catálogo de flora elaborados en el proyecto no solo permitieron a los habitantes de Talamí conocer y valorar su entorno, sino que también impulsaron un cambio tangible en la comunidad. “El municipio ahora busca incluir la zona en sus rutas turísticas. Este reconocimiento genera orgullo local y nuevas oportunidades económicas para sus habitantes”, explicó Salazar.
Por otro lado, la etapa itinerante permitió llevar este mensaje a audiencias urbanas que rara vez tienen contacto con la naturaleza. “Es un recordatorio de que nuestra riqueza natural está más cerca de lo que imaginamos, pero necesitamos aprender a valorarla”, agregó la investigadora.
Ciencia y arte, un puente de conexión
El proyecto también demostró cómo la ciencia y el arte pueden trabajar juntos para transformar la manera en que vemos y protegemos el entorno. Cristina Muñoz, fotógrafa de la iniciativa, señaló que “cada fotografía fue un acto de redescubrimiento. Desde flores diminutas hasta paisajes imponentes, aprendí a mirar con más atención y asombro. Invito a las personas a hacer lo mismo: detenerse, observar y maravillarse con la naturaleza que nos rodea. A veces lo extraordinario está en lo cotidiano.”
Por su parte, Salazar destacó el rol transformador de la fotografía. “La imagen tiene un poder único para conectar a las personas con su entorno. La colaboración entre ciencia y arte nos permitió acercar un mensaje complejo de conservación a audiencias diversas, de una manera accesible y emocionante.”
Ambas autoras coinciden en que este proyecto fue transformador, no solo para las comunidades, sino también para ellas mismas. “Talami no es solo un lugar; es una experiencia que combina ciencia, arte y comunidad. Es un ejemplo de cómo pequeños esfuerzos pueden generar grandes cambios, desde inspirar orgullo local hasta abrir oportunidades económicas y turísticas. Queremos que todos redescubran su entorno, valoren su flora y, sobre todo, se comprometan a protegerla”, reflexionaron Salazar y Muñoz.
El balance final del proyecto resalta cómo el trabajo colaborativo, en sus distintas etapas, logró trascender su objetivo inicial, llevando un mensaje de conservación y orgullo a diversos rincones de la Región Metropolitana y de Valparaiso.