Se trata de las algas que año tras año se acumulan en la playa Changa y que, al no tener valor comercial, permanecen en la orilla generando problemas sanitarios, mal olor y afectando el atractivo turístico del sector. Ese residuo es justamente el que se busca transformar en un bioestimulante agrícola.
Ese es el foco del proyecto Revalorización del Residuo Macroalgal de Playa Changa, en Coquimbo, que entró en una fase clave de investigación. La iniciativa, liderada por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias, INIA Intihuasi, y financiada por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), busca transformar las algas desechadas, principalmente la especie Sarcodiotheca gaudichaudii, en un bioestimulante agrícola capaz de mejorar el desarrollo de cultivos en zonas áridas.
Este trabajo se enmarca en un convenio de colaboración entre INIA, la Universidad de Antofagasta, la Municipalidad de Coquimbo, el sindicato de algueros Los Inseparables y la empresa Hidroverde, donde se caracterizaron los extractos y en la que ahora se implementará la validación en cultivo hidropónico.
Según explicó la investigadora responsable, Claudia Bavestrello, “ya se hicieron las validaciones de los métodos de elaboración de extractos, se realizaron bioensayos en laboratorio para evaluar qué tipo de capacidad bioestimulante podían tener y se definieron las dosis de aplicación”. Estos resultados preliminares también fueron probados en lechugas cultivadas en invernadero. Paralelamente, los materiales fueron caracterizados según su composición química y su perfil de aminoácidos, información clave para proyectar su potencial como insumo agrícola.
El proceso avanza ahora hacia un hito relevante, que es la implementación del ensayo de validación en cultivo hidropónico, que se desarrollará en las instalaciones de Hidroverde. Allí, el equipo evaluará el desempeño del extracto seleccionado en la germinación y el establecimiento radicular de lechugas, es decir, el desarrollo adecuado de sus raíces, además de analizar su uso como complemento de la solución nutritiva. Esta fase permitirá confirmar la funcionalidad del bioestimulante en condiciones productivas.
Uno de los hallazgos más relevantes corresponde a la capacidad enraizante del extracto obtenido desde el residuo macroalgal, un atributo que resulta decisivo en cultivos sin suelo. “Este resultado nos permite avanzar en la revalorización de un residuo que tantos problemas trae a Playa Changa”, señaló Bavestrello, destacando su potencial para sustituir parte del uso de agroquímicos y ofrecer un producto natural, específico y con una función claramente definida. El equipo espera que el bioestimulante final actúe como un enraizante natural capaz de activar rutas metabólicas asociadas al crecimiento radicular, lo que permitiría a los agricultores acceder a un insumo focalizado y ambientalmente responsable.
Y es que precisamente, uno de los principales desafíos de esta etapa ha sido el manejo del bioinsumo. La profesional detalla que, “al venir del mar y quedar en la orilla de la playa, es una materia prima con altas cantidades de sal y arena, las cuales deben sacarse para permitir la disponibilidad de los compuestos activos del bioestimulante que estamos elaborando”, señala. Según Bavestrello, esta dificultad también se convierte en una oportunidad para los algueros, ya que mejorar sus procesos de secado y manejo permitiría obtener un residuo de mayor calidad, apto para diversificar nuevas alternativas productivas.
En este sentido, el sindicato de algueros Los Inseparables ha tenido una participación central en el proyecto, “la recepción de los trabajadores ha sido fundamental para la ejecución de esta iniciativa. Nos ha permitido vincularnos y pensar en futuras ideas que ellos pueden impulsar con la información que están obteniendo”, destacó la investigadora, agregando que este trabajo no solo entrega conocimiento técnico sobre su matriz productiva, sino que también fortalece su organización y abre posibilidades para diversificar sus ingresos. La revalorización del residuo macroalgal permitiría convertir un problema ambiental en una materia prima con potencial de comercialización, favoreciendo la economía circular y el desarrollo local.
Tras los ensayos hidropónicos, el proyecto continuará con pruebas en campo que permitirán evaluar el bioestimulante en condiciones reales de cultivos. Esta etapa será determinante para avanzar en la formulación del producto final y proyectar su escalabilidad. Bavestrello destacó que la iniciativa ha abierto un espacio valioso para la actividad recolectora de algas en Coquimbo y para fortalecer las mesas de trabajo impulsadas a nivel municipal. “Empoderar al sindicato con el conocimiento de su subproducto les entrega una alternativa de seguir creciendo y avanzando en un quehacer que es ancestral y debe ser reconocido”, finalizó.
Nota escrita por Lucas Stack.








